martes, 26 de abril de 2016

Un encuentro inesperado

Ella caminaba preocupada sin saber como haría para mejorar su modo. Una vez más se sentía impotente ante sus propias marañas. Suspiraba descargando su dolor ante ella misma y ante la vida que no pudo ser lo que ella esperaba. 
El corría sin parar, parecía que se estaba escapando de algo pero no se sabía de que, solo corría como Forest Gump buscando alguna meta, sin poder hacer contacto con otra persona. 
Así, cada uno en su propio mundo de pensamientos, en una esquina se chocaron. Ella se molesto porque el no la vio. El no entendía porque se le había cruzado ella en su camino cuando no la había visto y solo quería seguir corriendo, y tuvo que frenar. 
Ella se quedo perpleja ante sus ojos mezcla de dulce de coyote y negro café. 
El intentaba mirarla pero le costaba hacer contacto ante esos ojos grandes y curiosos, algo lo avergonzaba. 
Así estuvieron unos instantes sin poder mirarse tranquilos, el se sentía invadido, ella se sentía descuidada. 
Durante un rato parecían dos extranjeros hablando idiomas muy distintos. 
Ella, sin querer, rompió en llanto, y no sabia por que unas tremendas ganas de llorar la invadieron y solo pudo dejarse llorar. 
El se sintió incomodo, extraño y un impulso por acercarse le surgió, y su mano le acaricio la espalda, despacio y con sumo cuidado como quien se acerca a acariciar un animal salvaje. 
Y en ese instante, ella se calmo y una sensación de paz la invadió, por ser registrada, por ser mirada, por ser cuidada por ese hombre que solo podía correr. 

Maria 
25/4/16

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