Quedaban unas pocas horas del viaje pues ya estábamos por regresar, y yo pensaba en lo que me quedaba por hacer, pensaba en mis deseos, entonces dije: “quiero andar a caballo!”
Y lo dije tan fuerte y con tanta convicción que para mi sorpresa, di unos pasos y ahí estaban los caballos y el señor que los alquilaba, Francisco, un hombre petiso que parecía un duende, de una sonrisa muy alegre con pocos dientes que nos saludó muy simpático, y transmitía la felicidad por acompañarnos en el paseo por la quebrada con sus caballos.
Me subí y Pampero mi caballo comenzó a andar a paso firme adelante, me contó que a ese siempre le gusta ir adelante, y dije, pues vamos Pampero!
Y entonces me di cuenta que durante todo el paseo no dejé de sonreír, esas sonrisas que iluminan el rostro, energizan el cuerpo y tienen sabor a dulce de leche pues salen con la fuerza de la alegría del espíritu!
Gratitud infinita!!!
Gracias Francisco por regalarnos ese paseo por la Quebrada de San Lorenzo!
Gracias Universo por escuchar mi deseo!
Maria
@mariacarneiro28
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