lunes, 16 de enero de 2017

Un río de lágrimas

Ella estaba esperando que el agua burbujee, mientras se quedo meditando un buen rato con el fuego de la ornalla.
Sentía un sinsabor en su corazón, una herida le ardía.
Suspiro sin encontrar una respuesta, sin saber qué hacer.
Su mente se quedo enredada en pensamientos de insatisfacción que no hacían más que alimentarla.
Sin respuesta y sin salida se quedo con su mirada atravesando la nada.
Pasaron unos minutos hasta que su celular sonó, una llamada inesperada, un amigo de hace años aparecía buscándola.
No sabía qué hacer, atenderle así sin más? Y que le iba a decir?
El celular seguía sonando y ella no pudo atender, se quedo congelada.
El agua comenzó a burbujear y el sonido la despabilo.
Saco el agua del fuego, se hizo un té de hierbas y canela, y se quedo mirando la taza atrapada en su aroma.
Ya habían pasado tantos años, no pudo tener hijos y ese era su mayor dolor, un dolor que la atravesaba y le provocaba calambres en su corazón, tanto que a veces se enojaba mucho con su compañero por el tiempo que pasó.
Y muchas preguntas se le aparecían:
Que sería de ellos dos?
Como envejecerían?
Por qué sentía tanta rabia?
Por qué no pudo hacer nada más?
Por qué paso el tiempo y no busco otros caminos?
Por qué se le cerraron tantas puertas?
Que venía la vida a decirle?
Un dolor insoportable la atravesó dejándola tirada en el piso casi sangrando por dentro.
Se canso de buscar respuestas, se canso de no comprender.
Cada vez que tocaba este tema, que se detenía a sentir, la herida se abría y no paraba de sangrar, como un río brotaba desbordando su cauce.
Las lágrimas se derritieron dentro suyo, y en un momento comenzó a nadar en su propio rio de lágrimas hasta casi sentir que se ahogaba dentro.

María
El Chaja, 17/12/16 

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